Es muy difícil empezar a escribir, tener el coraje de hacerlo, después de presiones de toda índole: amistosas, amenazantes y tangenciales. Es por eso que esta entrada no brinda garantías de satisfacción, de la misma manera que el ahorro en moneda norteamericana no asegura el buen fin a los que la amontonen.
Para los que no lo notaron, uno de los participantes de la expedición, el de sexo masculino, o sea yo, Joaquín, me fui en una arrebato de impulsividad a Buenos Aires. Deshaciendo en siete fugaces horas lo andado en más de un año de complejos caminos.
En fin, de vuelta en Panamá, la exasperante espera del repuesto pedido por internet terminó (causante de las NO novedades en el blog). Resueltos a abandonar la urbe de inmediato, cambié la pieza y como la noche le sacó ventaja a nuestras ganas, tuvimos que improvisar, como tanto extrañábamos, el lugar donde dormir. Si bien podíamos haber vuelto a lo de Jose, nuestra prima de infinita paciencia, preferimos por fin liberarla de sus "ocupas" y dormir donde fuera. Así fue como terminamos en un lavadero de carros del barrio más acomodado de Panamá City.
En confesiones íntimas, le conté a Clara que me excita el hecho de no encontrar dónde pasar la noche, de pedir permiso en los lugares más insospechados, y de encontrar gente simple y amable, como Anaís, que nos facilitó todo para pasar una buena noche, bajo techo, con seguridad y con probabilidades de amanecer limpios. Es increíble como la descontextualización abre persianas antes vedadas y nos permite ver con ojos de "car wash" cualquier realidad. Observar como se ve el mundo desde lugares como éste es un regalo más del viaje que estamos viviendo. Cualquiera se puede apurar y pensar que el que escribe está queriendo ver cosas donde no las hay. Ay de él, se pierde de ver la trastienda de las cosas.
Se sabe, los fantasmas existen, lo que no se había comprobado hasta el día de la fecha y que esta intrépida cámara descubrió, es que los hay en el mundo de los vehículos. Con poco disimulo y menos bajo perfil, esta "chiva" fantasma vino a terminar con siglos de sigilosas suposiciones para deschavar a todo su entorno de espectros encubiertos. Lamentable...
Ese fue el fin de nuestras andanzas por la metrópoli, réplica desmejorada de Miami, que es la cuidad de Panamá. Por fin llegaba después de casi dos meses de abstinencia de naturaleza, un poco de ruedo para los pies de caucho de la Westy.
La tierra prometida, El Valle, en la provincia de Antón, un pintoresco pueblo donde se pueden ver detrás de los cercos algunos especímenes de "gringo retirado" que vienen a pasar sus últimos tiempos antes del descanso eterno. No los culpo, el lugar tiene mucho de paz, es fresco, y por lo que dicen, las tierras y la vida diaria cuesta menos dólares que en su país.
Además, en las escuelas les enseñan a los chicos a hacer el trabajo de "emprolijar" y ahí los tienen, de sol a sol, sin descanso, alimentando planta por planta, y hasta dándoles Coca Cola. Las sonrisas que dejan ver, pueden deberse a qué a eso también los obliga, o a que el que escribe haya exagerado con las exigencias que les imprimen y simplemente estuvieran haciendo tareas sociales para recibirse de quinto año.
En estos pagos, a la vera de un río, pasé mi cumpleaños número 30. Apreciando poco los llamados telefónicos típicos de estas fechas, pasé un día muy especial con la compañía de Clari y cambié el ruido del teléfono por el del río y de los animales que por ahí andan. Los 30 me agarraron como quería, y eso, si fuera supersticioso sería un inmejorable augurio para todo este año por venir. Muchas gracias a todos por los saludos, porque si bien no me gustan los llamados, es lindo saberse recordado por los que me quieren.
Y si, no podía faltar, una imagen en la que estuviéramos arreglando algo. La solución a los problemas no era el repuesto tan esperado, volvimos a tener calenturas y probamos con la extirpación del termostato. Los resultados, hasta el momento son positivos, esperamos que así siga.
Pero el camino nos llevaría, y con nuestro fiel corcel en buen estado, a Pedasí, un pueblo costero, más bien turístico, pero en temporada baja. Cosa que aprendimos a valorar mucho en estos tiempos, en estas épocas, los pueblos que acostumbran "sufrir" aluviones de foráneos, mantienen el encanto, la prolijidad, pero todo esto queda para los locales y en estos casos, nosotros.
La mayoría de las fotos de este pueblo, que son muy lindas, son responsabilidad de Clara, que habiendo adquirido una cámara cuyo tamaño la hacer sentir más cómoda, se está largando al mundo del congelamiento de las imágenes.
Como esta foto de Poli, de 93 primaveras, que borda para no pensar en cosas malas, y distraerse. Antes cocinaba y trabajaba, pero asegura que ya las manos no le dan más que para enhebrar hilos en agujas.
Cuando la vimos pasar nos preguntamos algo que la ciencia ya debería haber resuelto. Cómo mujer coqueta alguna, que prioriza su belleza, o la de su cabello, por sobre otras tantas cosas que podría haber hecho en ese tiempo, decide salir y mostrar el proceso ingente al que se somete. Esta pregunta me la hice toda mi vida ¿Por qué, si ella quiere conquistar a alguien, se deja ver así? Por favor, la National Geographic, la Riders Digest, o al menos la Muy Interesante, alguna, hágase eco de mis preguntas e investigue.
No es fácil concretar la venta de una nevera que funciona a 220 en un país donde se suele utilizar 110, seguiremos intentando.
A esta joven promesa del skate le dije mientras lo eternizaba en el aire, que le pasaría sus maniobras para que se pavoneara en el "face". Se fue sin saludar y sólo nos queda la esperanza que haya agendado el blog y pueda copiarlas.
"Haciendo" plaza, como tanto nos gusta, fue que conocimos a Sergio Moscoso (guitarra en mano) y a su fiel compañero Roberto. Andaba yo, intentando mejorar mis técnicas con la guitarra, y tenía como único espectador al hombre de pie, hasta que llegó el verdadero músico y le ofrecí mi instrumento. De ahí en adelante, y durante casi dos horas, fuimos espectadores de lujo de un recital de un artista excepcional. Nos fuimos con la inevitable pregunta: ¿Cuántos músicos o artistas habrá en el mundo que no se dejan ver, o por que no quieren o por falta de oportunidad? Este hombre, de 78 años nos deslumbró con sus boleros, y nos quedó pendiente cumplir con la invitación que nos hizo a su casa para guitarrear una noche.
Las reinas de la belleza son plaga, en cada pared, en cada puerta o en cada poste hay una monarca distinta. La de la gallina, la de la flor, la de la yuca frita, la del mar, la de la bicicleta, la de la comparsa, la del pescado, la de la vaca o la del pasto. Tenemos la sospecha de que se trata de un programa nacional de estimulación de autoestima, en la que cualquier participante puede obtener el cetro, y si no lo lograse, se inventa un nuevo reinado.
La "automática actuada" es un mal necesario cuando a una pareja de viajantes le interesa tener una instantánea en conjunto. Él ensaya un Fa# (eeesoooo), la de flequillo rolinga, sólo mira al frente.
La fotógrafa del momento quedó asombrada, al ver la oficina que montaron estas dos empresarias. Intuyó, que estaban en algún complejo negocio inmobiliario de millones de dólares (hecho que sugerían la calculadora convencional, un reloj calculadora de los 90 que por ahí andaban y varios billetes de Monópoli o Estanciero. Por eso les tomó la foto, y salió corriendo ante las amenazas.
La supremacía arrolladora en los juegos de naipes, sigue acrecentándose, por eso, siempre a la hora de mezclar, el que lo hace es el que quedó con mejor talante para hacerlo.
Caroline y Geoff, dos increíbles autralianos que nos invitaron a vivir un par de días en una casa sobre una playa paradisíaca. Andábamos perdidos, preguntando por un lugar donde acampar en la playa, y sin pensarlo dos veces, ella nos ofreció hacerlo en su jardín.
Nos invitaron a comer en las noches y disfrutamos de un paraíso perdido cerca de Playa Venao.
La playa de la que hablábamos, o más conocida como "Playita", es un edén que por esos días estaba reservado sólo para nosotros.
Igor, eximio bailarín clásico, nunca deja su postura, ni en casos de extrema necesidad. Cuando los flashes aparecen, lo mismo hace su pose galante.
Al fin, los coloridos Guacamayos se dejan ver, ellos son cuatro, todas las tardes llegan al jardín de nuestros amigos a conseguir algo de alimentos so pena de griterío tormentoso. Solo callan cuando reciben su dosis de semilla de girasol. Son intransigentes y miserables, pero con un indescriptible carisma comprador que todo lo logra. Estas inmensas aves son un signo inequívoco de que el Caribe ya llegó.
Nosotros no teníamos lo que ellos buscaban, y nos lo hicieron sentir, revoloteando al rededor de nuestro hogar, gritando improperios que, menos mal, no comprendimos por las barreras idomáticas.
La hora le llegó. El mueble de la heladera, gigante energúmeno pesado, no era útil en su totalidad si la "nevera" no era usada. Procedimos, le cercenamos sus pies, y ahora sí, es una cajonera confortable y razonable. Ese, fue el mismísimo día en que descubrí que tenía ciertas habilidades para la profesión del padre de Jesucristo. El serrucho y el cincel, bien podrían tratarse de dos extensiones más de mi cuerpo. Como los pies a Maradona, las manos a Michael Jordan, o las canciones a Gladys la Bomba tucumana.
Camino a la Reserva La Yeguada, en la zona montañosa y central del país del canal, paramos a comer en un modesto restaurante atendido por el maestro Francisco. Donde además de comer, es permitido y aconsejado, "hacer la siesta", como este buen parroquinao la está haciendo.
Es muy difícil escribir el epígrafe de una foto propia sin burlarse de uno mismo o sin hacer un chiste al estilo de: Qué fachero, o qué musculoso, así que mejor, lo dejo ahí.
Javiera y Clementina Gonzalez, dos risueñas, si no las más risueñas pobladoras de la Yeguada, que en todo el trayecto en que las llevamos no dejaron de alegrarnos la vida ni un solo momento.
Y para despedirnos, después de tanto tiempo sin apariciones, la inmaculada Westy, descansando luego de unos días bravos de subidas y bajadas.
Será hasta la próxima, con más novedades de las andanzas panameñas de esta pareja por fin resuelta a seguir metiéndole duro hasta el Norte.
Al finn, muuuy buena entrada, muy bueno leerte devuelta Quin, fue muy bueno escucharte en casa tambien, asique me bancaba que no escribieras por un tiempo......jejej
ResponderEliminarqué buenoooo!!! extrañaba estos relatos, me dan ganas de comentar cada cosa, pero me contengo...jajajaj lo único: el misterio de la mujer de los ruleros lo dejé hace mucho en el rubro incomprensible, junto con el de a donde van a parar una de las medias de cada par...
ResponderEliminarMe encantaron las fotos y los cuentos, divina la Westy inmaculada y resplandeciente!!! besos
Y junto con el de a dónde van a parar las tapas de los tuppers...
ResponderEliminarAhora, Quin, tenemos una tía q salía lo más tranquila a la calle con los ruleros, pero eso sí, con un pañuelo atado encima para q no se vieran... por qué no le hacés tus preguntas científicas?
Besos,
Toto
Esa tia es Calichooooooooooooooo, nunca le importo mucho el que diran, tal vez sea eso, se quieren ver lindas para ellas mismas, los demas, como le dijo Maradona a Pasman
ResponderEliminarQue bueno que volvieron las entradass!!! los extraniabamoss!! un beso que esten bien. Ro
ResponderEliminarpongann las fotos de bocas de torooooooo,
ResponderEliminarDoña Florinda en todo su esplendor... ¿No estaba por ahí el profesor Jirafales?
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