*Desde la mirada de nuestro queridísimo amigo, Lucas, que viajó con nosotros durante 20 días.
(¡Las fotos y lo escrito, tudo por Frijol!)
"Esta vida que es nuestro tesoro y nuestro tormento, no dura. Rechaza la muerte y rechazas la vida." Esta frase la anoté de una película japonesa (Cuentos de Terramar), muchos días después de haber estado en el DF. Pero describe un poco la sensación de caminar por las calles de México (como le dicen todos los mexicanos al DF, como hacemos muchas veces los latinos, repitiendo esa idea falsa de que todo pasa en el centro).
La sensación es que el pueblo mexicano abraza la muerte, la festeja, la tiene presente. Entonces así comenzó nuestro viaje por el DF, encontrándonos que la muerte estaba a la vuelta de la esquina, pero no era tristeza. La muerta bailaba, tenía colores, tocaba la guitarra y se reía mostrando todos sus dientes. Y así fue durante todo México: pensar en la muerte fue pensar en la vida, ser conscientes de este regalo del Universo.
Así lo muestra este grabado de José Guadalupe Posada, grabadista mexicano de fines del siglo XIX y principios del XX que encontró en la crónica periodística y en la caricatura una forma de arte que fue después rescatada por Diego Rivera y Octavio Paz. Posada rescataba el folcklore mexicano en medio de la revolución zapatista y ponía en evidencia este mixtura entre los dos mundos (vida y muerte) que tiene el pueblo mexicano.
Así lo muestran también estas tres imágenes tomadas en pleno DF: una señora que bien podría ser la jefa de marketing de una multinacional; una joven con los ojos cerrados al resto de la ciudad y una mujer entrada en años ofreciéndole sus pesares a los cuatro puntos cardinales. En medio del Zócalo, en la plaza central del Centro Histórico, la gente se somete a limpiezas a la vista de todos. Los chamanes pueblan la plaza y nos hacían pensar si no estaban prostituyendo un poco su espiritualidad. En Argentina 1 de cada 3 personas van al psicólogo y a todos nos parece lo más normal del mundo. En México la cabeza, el cuerpo y el corazón se ponen en manos de los chamanes que son el puente espiritual. Y no es casualidad elegir tres fotos que retratan mujeres. México (a pesar de su machismo) también es mujer y tiene una gran mujer a la cabeza: la Virgen de Guadalupe.
La virgen de Guadalupe también habla de esta conexión espiritual del pueblo mexicano. Como dice una canción sobre el Che Guevara, "hoy su cara está en todas las remeras". Con ella viaja todo el pueblo mexicano. Está en remeras, bolsas de compras, vidrios de autos, tatuajes, banderas, murales. Según cuenta la leyenda (tal vez para un Católico no sea una leyenda, yo lo tomo como un cuento que tal vez haya sucedido), la Virgen de Guadalupe se le apareció a Juan Diego, un pequeño campesino, un niño pobre que fue la versión mexicana de Juancito y el lobo: nadie le creía que la Virgen se le aparecía pero el joven y la Virgen insistieron hasta el Obispo lo escuchó, lo miró a los ojos y le creyó, no sin antes pedir pruebas al respecto. En toda las historias de la Iglesia siempre hay alguien que tiene que ver para creer, así que la virgen le dió a Juan Diego un manto con su imagen. ¿Cuál será la verdad sobre esta historia?, no lo sé. Lo cierto es que la leyenda fue tan fuerte que la Virgen es la patrona nacional y habrá servido, tal vez, para ayudar en la conquista, ya que el pueblo mexicano se identificó a fuego con la Virgen de Guadalupe y así la igelsia habrá tenido más adeptos. Pero esa es otra historia.
Otra de las muestras de la espiritualidad mexicana que vivimos en el DF fue el Día del Niño Dios. ¿Qué es eso? Es un día dedicado al Niño Dios pero preparado por semanas y semanas. Los primeros días creímos que todos los mexicanos habían tenido un hijo exactamente al mismo tiempo. Es que todos paseaban por la calle con un niño de aparentemente unos pocos meses en brazos.
Acercándonos más, vimos que no era un niño de carne y hueso, sino que todos iban de acá para allá con su muñeco del Niño Dios en brazos. Las calles del Zócalo y alrededores se llenan de puestos que venden todo para el Niño Dios: vestidos, camisas, zapatitos, uñas, pestañas, arreglos, pintura nueva. Casi todos tienen su propio Niño Dios y durante días se encargan de ponerlo lindo para el día en que lo bendicen.
Más allá de la espiritualidad, otra de las sensaciones que uno tiene en el DF es que todo sucede en la calle. Como si la ciudad fuera reversible y se hubiera dado vuelta hace tiempo y se hubiera quedado así, mostrando hacia afuera el lado de adentro. Uno podría vivir en las calles y siempre tendría todo lo que necesita. Así fue que conocimos el centro de México. Al principio, tal vez, uno cree que es un gran rompecabezas imposible de descifrar y puede uno llegar a caer devorado por las fauces de una gran ciudad. Pero si logra cambiar la mirada, se da cuenta de que lo que sucede es que todo está simplemente mostrándose como es.
Y así se nos mostraron a nosotros los mexicanos en el DF, por lo menos ante esta cámara, mirándonos a los ojos, como lo hace quien muestra lo que tiene adentro.
NOTA: Esta entrada fue escrita por Frijol, corresponsal que amó viajar con sus amigos del alma aunque sea unos días, que aprendió mucho de ellos una vez más, de su forma de viajar, de su forma de quererse y de su forma horrible de jugar al truco.
ME ENCANTO!!!!! NO FUI A DF PERO SEGURO QUE UDS 3 SUPIERON ENCONTRAR MUCHO EN ESA GRAN CIUDAD , LOS QUIERO!!! LULU
ResponderEliminareyyyy vecinaa!!!!
ResponderEliminaraca estoy por Skype, juan carlos
ResponderEliminarGroso Cuqui. Buena mirada de una ciudad, y tan grande, no creo que se facil verle ese lado. Seguramente yo hubiese dicho que es un quilombo y punto
ResponderEliminarPense que ibas a contar algo de cuando fuiste elegido el rey feo del pueblo, y eso que los mexicanos muy facheros no son. Esperaba una foto, algo.
Abrazoooosssssssss
Que lindo sería escribir 1/4 de lo bien que escribe Lucasss!!! Muy buena entrada y un placer volver a leerlos (Sí, los había colgado). Abrazo ídolos! Murray
ResponderEliminarBuena onda viejo! Queremos mas notas de Frijol jeje
ResponderEliminarAbrazo para todos
Ninfa