...de Ushuaia a Alaska, allá vamos, porque a pesar de las diferencias, todos somos iguales.

lunes, 27 de mayo de 2013

Estados Unidos, el primer acercamiento

"En el muro que divide América del Norte de la del Sur hay un agravio, una cicatríz, algo incomprensible. El pavor a lo oscuro y a lo distinto está en la ideología americana. El hecho de que hayamos tenido que vivir toda la vida con eso no lo vuelve menos atróz". Estas son las palabras de la escritora colombiana, Laura Restrepo, al referirse al muro que divide México de Estados Unidos. "Es el muro de los prejuicios frente al que es diferente". 
 Pero el muro no solo divide a los mexicanos de los estado unidenses, también lo hace entre argentinos y bolivianos; entre ticos y nicas,  peruanos y chilenos; la diferencia es que este muro de cemento es evidente, concreto, está ahí, a la vista de todos,  e intentar atravesarlo le cuesta la vida a miles de latinos que día a día arriesgan hasta lo que no tienen para entrar al sueño americano. Es impactante. La frontera Tijuana- San Diego es la más transitada del mundo entero. En el imaginario social de muchos, de un lado está "el peligro, el caos, la muerte, la barbarie" y del otro, "el orden, la seguridad, el progreso, el sueño, la civilización". 

Un bombero de Ensenada, México, nos lo había anticipado: "En Estados Unidos todo se hace en pos de la seguridad nacional. Eso es lo primero que importa". Y el amigo tenía razón. Los trámites para entrar al país instantanemante te quitan las ganas de hacerlo. ¡Si hasta uno se convierte en el principal sospechoso de uno mismo!. "Mmm...No. Nunca robé ni mate...¿o sí?. ¿Y si robé y maté y no me acuerdo? Uy! Mierda, acá me agarran. Cuando tenía 3 años le robé a mi hermanito su Jack, ¡es que venía con la sorpresita adentro!. ¿eso es robar o está caratulado como "juego de niños"?".

A pesar de la controversial opinion que uno pueda tener sobre Estados Unidos (para algunos la postura es tajante: se lo ama o se lo odia), entramos decididos a deslindar nuestros propios prejuicios sobre el país. Y apostando a la misma sinceridad de siempre con la que escribimos sobre nuestras andanzas (siempre subjetivas), vamos a intentar transmitir con honestidad y respeto cada una de las historias que de ahora en más surjan.

 PD: Tenemos la leve sospecha (y por eso queremos aclararlo), que el gentil ciudadano estadounidense piensa que nuestro blog "por América andando", se llama así por su país. Nos referimos a América cuando hablamos de TODO el continente americano. Aclarado el asunto, ahora si...¡A viajar por Estados Unidos!
Bueno, hasta aca mi querida mujer era la que escribía, pero un cúmulo de sensaciones encontradas y la imposibilidad de encarrilar su pasional opinión sobre este extraordiario gran país, hacen que la tinta que siga saliendo provenga de mis manos y no de las suyas.
 
  Todo empezó, como debe ser, de la mejor manera que hubiéramos imaginado. 
En rigor de verdad, la dicha tuvo su lugar después de un día y medio de desventuras migratorias. Cruzar la frontera más transitada del mundo no es cosa de chicos. La espera puede alargarse hasta varias horas, el calor puede llegar a ser insoportable y la incertidumbre ante la falta total de indicaciones concretas puede ser exasperante. Pero, como todavía gozábamos de la flexibilidad humana de los agentes del orden, pudimos hablarles y nos ayudaron a pasar casi sin espera las tres veces que por error tuvimos que cruzarla.
Por suerte, o por buen karma (como empezamos a escuchar por estas latitudes que se llama al azar), los policías estadounidenses nos trataron con tanta amabilidad que algunos de nuestros prejucios comenzaban a caer.
Después del primer día de tediosos trámites, decidímos ir a hacer ver la Westy, por primera vez en todo el viaje, por alguien que fuera ducho en sus artes. La llevamos a un especialista en VW Westfalias Diesel. Obviamente, esto vino con sus efectos colaterales, no le encontró prácticamente niguna parte funcionando satisfactoriamente. Ante la inminente visita familiar, decidimos internarla (sugerían cambio de motor) después de que se fueran.
Mientras tanto, y ahora sí van las buenas, conocimos a Moisés, me animo a decir, lo mejor que nos podía pasar en los primeros días en Estados Unidos. Como si nos conociera de toda la vida, nos abrió las puertas de su casa y disfrutamos de él y de la tranquilidad hogareña que tanto necesitábamos por unos días.
Joaquín y Klilean (supongo que así se escribe, o por lo menos así suena) inseparables en sus días de ocio.
  
Paseando en la Bahía de San Diego, donde monumentales bicicletas aplastan sin más a los insignificantes automóviles.
Como podrán suponer, o no, este país es uno de los que más incógnitas tenía para nosotros. Se saben muchísimas cosas, pero todas a través de las películas, las modas, hasta las noticias, pero obviamente, otra cosa es verlo con nuestros propios ojos. De antemano teníamos un millar de opiniones, casi ninguna bien fundada, y ahora que estamos adentro, tratamos de evitar cualquier comparación inservible.
Es cierto que acá el orden es serio, que todo tiene su lugar, y casi todo funciona bien, las señales de tránsito son respetadas, y hasta pareciera que la gente cumple las normas sin necesidad de que se las exijan. Pero de acá es donde nace nuestra sensación de ser observados, y como en un delirio persecutorio, los primeros días no nos animábamos (más quién escribe) ni a cruzar la calle si no era por el lugar correspondiente aunque no viniera nadie. Acá, en el país de la libertad, por primera vez nos sentimos más controlados que nunca, un control tácito que por ser así, se hace mucho más imponente, omnipresente. No se ve pero la gente repite permanentemente lo que ocurre si uno transgrede la ley, los carteles rezan multas uno tras otro,  las publicidades advierten y
los seguros médicos anuncian atrocidades irreparables para quien no los posea,. El miedo es el mandamás, y todos parecen actuar respondiendo a él, como si de un gran fantasma se tratara. Es por eso, y sigo hablando de sensaciones obviamente subjetivas, que sentimos que la gente no se involucra mucho con el que camina a su lado, y no lo digo metafóricamente, sino de manera literal.  Las personas generalmente no tuercen el cuello para ver lo que pasa al costado. Días atrás vimos como un chico aprendiendo a manejar se montó sobre un cantero de una manera inverosímil, y cuando instintivamente me acerqué a ayudarlo, muchas voces a la vez me adviertieron la cantidad de riesgos que asumía al ir en su ayuda, darle un vaso de agua y llamar a la grúa. Todo, en nombre del miedo. 
En fin, existen mil y un aristas más para analizar de este país, pero supongo que ninguna idea será muy original e incluso pocas sean constructivas, por eso me voy a limitar a contar como fueron los primeros días en estos suelos, y por supuesto, agradecer la hospitalidad de su gente, como Moisés.
Mucho mejor, agradecer a los nuevos amigos y sus hurones.

 Ante la crisis mecánica de nuestra querida camioneta, y con la sentencia del motor consumada, el recorrido californiano con la familia de Clara tuvo que cambiar de modo. La Westy se queda en el taller y nosotros a meternos en la enorme casa rodante, aunque a la luz de los hechos, no suficientemente grande para tantas personas. Pero como el entusiasmo sobraba y tengo que decirlo a riesgo de parecer un adulador, me tocó en suerte una familia política demasiado buena como para tener algún problema, asi que todos juntos, los 7, a pasar unos increíbles 10 días apretujados cual sardinas en su lata.
 Con ustedes, la apodada "Happy Camper", que pese a su modernidad y tamaño, supo darnos algo del espíritu "Westy" que tanto extrañamos.
Después de una caótica salida de Los Ángeles, fuimos a parar al famoso Parque Nacional Yosemite, y como en este país es organizado hasta el campamento, no pudimos encontrar  lugares libres para acampar, y nos tocó pasar nuestra primer noche en el estacionamiento.

(A continuación, Clara toma la posta de nuevo, recuperada de su fluctuante frenesí)
Algunos ya lo saben. Con verguenza debo admitir que la única capaz de decirle NO a Tobías es mi hermana Rocío (la que una vez me salvó la vida de un funesto rafting). Sin embargo, con alegre altivez, también puedo decir que contadas son las veces en las que hay que decirle NO (dos o tres quizás) y justo, justito, este es uno de esos momentos. Joaquín mira a su cuñada con sumo respeto, mientras la bruja (si Rocío, sos una bruja nena, ¿cómo vas a hablarle así?), le explica una y otra vez que NO se- puede- transformar- en- niño -momia porque la policía estadounidense es de lo más vivaracha y nos pueden poner una multa por andar asustando al temeroso ciudadano Kane.
Los juegos se sucedían día tras día, y también la descarga de detritos a cargo del yerno, ante la atenta supervisión del suegro.
Entre la espada y la pared.
Yo nunca supe si en la cabina de conducción mi padre, como Robert de Niro, en realidad no tenía un centro de control y análisis de la información sobre su querido yerno.
San Francisco es única como ciudad, mítica, de ensueño. Casas victorianas de película, parques repletos de flores amarillas, arte culinario, museos de vanguardia, una ciudad cosmopolita; el destape gay, la liberación como manera de ser. El asombroso Golden Gate Bridge. Chinatown, Little Italy, sobreviven a pesar de todo, manteniendo su cultura, vivas, para disfrutar y caminar. En Chinatown es obligatorio tomar una galletita de la suerte y leer su mensaje. Pero claro, como en toda ciudad del mundo, también se observan constrastes y creo que, a esta altura, ya puedo esbozarme una vaga idea sobre lo que en este país significa ser un marginado. En el resto de los países de América, los alineados son los pobres, carentes de oportunidades en educación, salud y cultura. Pareciera ser que los excluídos acá, en cambio, son las personas que no lograron adaptarse al sistema de país o que, de tanto hacerlo, se volvieron adictos a la droga, al alcohol o hasta lo perdieron todo por haberse endeudado de pies a cabeza con su aseguradora médica "de confianza" (pero de este tema vamos a escribir más adelante).
Lo cierto es que estamos en San Francisco y justamente esta gran cantidad de matices es lo que la hace ser tan interesante, humana y artística.
Es inevitable que mi cabeza vaya y venga de acá para allá, evocando recuerdos, imágenes, personas, huellas. De las ruinas de Perú, a la Sierra Nevada de Colombia; de la selva costarricense al cañon de Somoto, en Nicaragua. De los comentarios graciosos y frescos de Juliancito, en Marsella, a los chistes de mi hermano Tobías. Entre el salpicón de recuerdos y aprendizajes, aterrizo de nuevo en San Francisco. En sus rasca cielos y edificios modernos.
 Con mis hermanos queridos. Amigos y cómplices (por ser hijos de nuestros padres. El señor que se ríe arriba es mi progenitor masculino y la señora de zapatillas grandes es mi progenitora femenina). En la foto de abajo, a la derecha, Rocío. (Sospechamos que tiene habilidades innatas para lo masculino, como prender fogatas, ser adicta a la conducción en ruta, entender a la perfección los mapas o el sentido viso-espacial del mundo); Delfina, la que animó con sus personajes las noches de frío familiares y nos deleitó con su hit campestre: "¡Soy acampante, de corazón, y acamparé, con ilusión!" (repetir 3 veces). Tobías, el rey de la familia (a quien orgullosamente le han puesto brackets o los clásicos aparatos fijos) o "el Niño Momia" (por pasarse las horas de ruta envuelto en una sábana blanca, mirando a través del vidrio con el ahínco de quien busca asustar a los pasajeros de los autos que pasan. Todo esto hasta que un gordinflón le hizo tamaño flor de Fuck You).
  ¡Y de la presentación formal de mis lindos hermanos, a la presentación formal de los famosos árboles gigantes o las sequoyas, que llegan a medir hasta 30 pisos de altura y son anchos como una ruta de dos carriles!
¡Increíble pero real!
 
Lo que quiero a mi mamá supera el alto de todas las sequoyas juntas (más alto que el cielo entonces).
 
¡Fuego listo para unas costillas de cerdo!
Pshhh, Rocío, ¡dejá de negarle cosas a nuestro hermano!. ¡Si, te agarré de nuevo, no me lo niegues!
 
Típica situación encapsulada, no apta para claustrofóbicos, hijos adolescentes que descubren lo peor de sus progenitores humanoides o hermanos que se llevan de los pelos. 
(Si tu intención era llegar al baño, debías atravesar una serie de obstáculos, también llamados parientes de sangre, a quienes seguramente durante los primeros días te los llevaras por delante. Pero...pero, con el correr de los días, uno iba desarrollando cualidades sobrenaturales que incluían movimientos fugaces, veloces, ¡sorprendentes!, y sin tirar un solo bolo (perdón, pariente de sangre), lograba llegar al minúsculo baño compartido para 7.
En Beverly Hills, Los Angeles, se puede pagar un tour para conocer las mansiones de las estrellas. No se engañe, querido lector. La dama de la foto no está reflexionando sobre la vida, la muerte y la filosofía tibeteana,  más bien contempla la siguiente utopía  -Quizás, si al llegar a su puerta me arranco el sostén de un solo manotazo y se lo lanzo como un proyectil a la luna, quizás ahí logre llamar su atención. En ese momento, entonces, debería gritarle todo lo que tengo para decirle: ¡Brad Pitt, te sigo esperando!,  ¡El Arbol de la Vida es chotísima!, ¡En 7 años en el Tibet te parrrrto al medio! ¡No, ¿qué decís?! ¡¿De donde sacaste que tengo marido hace 30 años?! ¡Te estarás confundiendo, Osvaldo es el plomero!-
Los Angeles no solo es la ciudad de las mujeres adictas a la depilación de cejas finas, o de las publicidades compulsivas de blanqueamiento de dientes. Tampoco es exclusivamente la tapa de una revista cholula. En Los Angeles conocimos uno de los museos de arte más sorprendentes de todo el viaje: El Getty Museum, perteneciente a un hombre del mundo del petroleo, que de tanto amar el arte y coleccionarlo, construyó este increíble centro. Las pinturas, esculturas y fotografías no son lo único por lo que vale la pena visitarlo. El diseño arquitectónico en sí mismo es otra obra de arte.
(Hermano, te dedico estas dos lindísimas pinturas. Manet y Van Gogh).
Una vez más comprobamos que la belleza vive en todos lados.

9 comentarios:

  1. Idolossss!!!!!!
    Clari, siempre un placer escucharte hablar de tu familia, una genia total. Te lo iba a criticar a Tobias para pelearte, pero por aca es medio raro.....
    Muchos abrazos y actualicen un poco mas que esto es muuuy viejo

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  2. muy buenos los arboles esos de metal!1, hola clari y joaqui como andan?? q bueno esta leerlos hermanos. abrazoo

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  3. Dear traveling folks- so good to meet you (too briefly!) in Bryce Canyon. When you make it to the East Coast of USA please, please stop in Chapel Hill, North Carolina. You will have a place to stay and Richard will cook you some great food! I will also have my friends translate your blog rather than google. Which is interesting but not very comprehensible.
    cheers
    Alyson Scoltock

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  4. qué bueno!!! qué buen encuentro!! los quieeerooo!!!

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  5. que gran momento! increible. mucha felicidad de golpe, toda junta. aqui estamos como siempre hinchando por ustedes! esperamos cruzarlos a su regreso! clara: son todos iguales!!! abrazo gigante.
    joaco: volvio el canaya a la A.
    :)
    C&J

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  6. Fantásticas las fotos!! Me alegro muchísimo que ya estáis todos juntos!!
    A disfrutar

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  7. hola chicos, natu spinelli nos paso su blog soy lucas, su primo. Estoy con mi companiera en south lake tahoe ahora y vamos a bajar en un par de meses... por donde andan ahora? nos gustaria seguir en contacto, vamos a hacer cuasi el mismo recorrido pero al reves! si siguen por aca cerca estaria bueno encontrarlos!! un abrazo pa los dos!

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    1. Hola Lucas! nosotros estamos yendo rumbo al norte ahora, estamos a pocos kms de la frontera con Canadá! Ustedes van para el sur? cualquier cosa que necesiten escriban y Joaquin les responde con los datos que necesiten (es que a el le gusta ese tipo de información!). Un abrazo grande!! (quien sabe si más adelante nos encontramos!)

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